En muchos contratos que firmamos casi sin leer —préstamos hipotecarios, contratos de alquiler, compras online, financiación de vehículos, suministros o incluso servicios de telefonía— se incluyen condiciones redactadas de forma unilateral por la empresa. Algunas de esas condiciones son válidas… pero otras pueden ser cláusulas abusivas y, por tanto, nulas. Conocerlas y saber cómo reclamarlas es lo que marca la diferencia entre pagar de más o hacer valer tus derechos.
¿Qué es una cláusula abusiva?
Según la normativa de consumo (Texto Refundido de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios y la Ley de Condiciones Generales de la Contratación), será abusiva toda cláusula no negociada individualmente que:
cause un desequilibrio importante entre los derechos y obligaciones de las partes en perjuicio del consumidor,
limite derechos que la ley te reconoce,
o imponga gastos o penalizaciones desproporcionadas.
Además, el Tribunal de Justicia de la UE y el Tribunal Supremo han reiterado que las cláusulas deben ser claras, comprensibles y transparentes; si la empresa no explica bien el alcance económico o jurídico de una cláusula, puede declararse nula.
Dónde suelen aparecer
Estas cláusulas aparecen, sobre todo, en:
Contratos bancarios y de crédito: intereses de demora desproporcionados, vencimiento anticipado, cláusulas suelo, imputación de todos los gastos al cliente.
Compraventas y compras online: renuncias a la garantía legal, limitaciones al desistimiento, condiciones de devolución abusivas.
Arrendamientos y alquiler de local o vivienda: repercusión de todos los gastos al arrendatario, obligaciones que corresponden al propietario.
Suministros y telecomunicaciones: permanencias excesivas, penalizaciones por baja, cambios unilaterales de condiciones.
Ejemplos típicos de cláusulas abusivas
Que te hagan pagar todos los gastos de una hipoteca (notaría, registro, gestoría) sin reparto equilibrado.
Intereses de demora muy superiores al interés remuneratorio.
Cláusulas que permiten al empresario modificar el contrato sin tu consentimiento.
Limitaciones o renuncias a tu derecho de reclamación o a acudir a los tribunales.
Penalizaciones desproporcionadas por darte de baja antes de tiempo.
Imponer jurisdicción distinta a tu domicilio como consumidor.
¿Por qué es un problema?
Porque muchas personas pagan durante años cantidades que no debían haber pagado nunca o renuncian a derechos que la ley protege. Y porque la empresa se encuentra en posición de fuerza: redacta el contrato, lo presenta cerrado y el consumidor suele firmar “porque lo necesita”.
Qué hacer: acciones recomendadas
Revisa siempre el contrato antes de firmar. Si algo no se entiende, es sospechoso.
Pide la oferta vinculante o condiciones generales por escrito. Te permitirá compararlas y, si luego cambian, tendrás prueba.
Detectas una cláusula que suena injusta? Reclama primero ante la propia empresa por escrito.
Acude a Consumo / OMIC / Junta Arbitral si no responden o lo hacen de forma negativa.
Recaba documentación: contrato, extractos, recibos, correos, publicidad… la publicidad también obliga.
Consulta con un abogado especializado en cláusulas abusivas. Un profesional puede:
decirte si la cláusula es realmente abusiva,
pedir su nulidad,
reclamar la devolución de lo pagado de más, con intereses,
y, si hace falta, demandar ante el juzgado.
⚖️ Importante: las cláusulas abusivas son nulas de pleno derecho; es como si nunca hubieran estado en el contrato. Y la nulidad no puede perjudicarte como consumidor.
Resultado esperado
Si el caso se plantea bien:
se elimina la cláusula del contrato;
se recalcula lo que realmente debiste pagar;
la empresa puede verse obligada a devolver cantidades indebidamente cobradas;
y se restablece el equilibrio contractual.
Esto es especialmente relevante en hipotecas, tarjetas revolving, préstamos con intereses de demora altos y contratos de suministros.
Conclusión
Las cláusulas abusivas no son “pequeñas letras sin importancia”; son la forma en que muchas empresas trasladan al consumidor riesgos y costes que no deberían asumir. Y la buena noticia es que la ley está de tu parte y hay jurisprudencia abundante que te protege.
En Nexolegal analizamos tu contrato, te decimos si hay cláusulas abusivas y te acompañamos en todo el procedimiento de reclamación —amistoso o judicial— para que recuperes tu dinero y no vuelvas a firmar a ciegas.
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